¿Cómo cuidar nuestra piel del sol y de las altas temperaturas?
Con la llegada de los meses más cálidos del año, buscamos estar más tiempo al aire libre, con ropa más liviana, por ende, estamos mucho más expuestos a las radiaciones solares.

Los días de calor nos llevan a realizar actividades con alta exposición al sol. Salir a trabajar, una tarde de pileta, broncearse, son algunos de los momentos a tener en cuenta para evitar daños en nuestra piel.
Con la llegada de los meses más cálidos del año, buscamos estar más tiempo al aire libre, con ropa más liviana, por ende, estamos mucho más expuestos a las radiaciones solares.
Si bien la luz solar nos beneficia por la síntesis de la vitamina D, nos mejora el ánimo, nos broncea, etc., también produce efectos perjudiciales como quemaduras solares, manchas, fenómenos de fotosensibilidad, fotoenvejecimiento y lo más serio el cáncer de piel. Es por eso que debemos tomar una actitud responsable a través de medidas adecuadas para prevenir el daño de nuestra piel.
La exposición excesiva al sol puede producir envejecimiento de la piel, cataratas y cáncer de piel. Por eso:
- Evitá la exposición entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, buscá preferentemente la sombra y permanecé en espacios ventilados.
- Usá protector solar con factor de 30 o más y renovalo cada 2 horas y después de salir del agua.
- Los bebés menores de 1 año no deben recibir el sol directo.
- Desde los 6 meses en adelante deben usar protector solar (FPS 50 o mayor), renovado cada 2 horas y al salir del agua.
- Si vas a realizar actividad física, hacelo en las horas de menos calor, usá ropa holgada, liviana, de colores claros. Cubrite la cabeza con un gorro o un pañuelo. Llevá siempre una botella de agua para mantenerte hidratado. No esperes a tener sed. Tomá abundante agua antes, durante y después del ejercicio.
- Hay grupos que potencialmente pueden resultar más afectados: las mujeres embarazadas; los bebés y niños pequeños; las personas mayores de 65 años; y quienes padecen enfermedades crónicas como, por ejemplo, afecciones respiratorias o cardíacas, hipertensión arterial, obesidad y/o diabetes.