Laura en busca de una vejez digna: “Soy puta hace 30 años y quiero jubilarme”

La lucha de las personas que ejercen trabajo sexual para que el Estado reconozca una jubilación.

EDUCACIÓN Y TRABAJO Por: Rossana Longo 02 de octubre de 2021
trabajadora sexual
Laura Meza. Foto: TN

Jubilación para las trabajadoras sexuales. “Soy puta hace 30 años y quiero jubilarme. Soy madre soltera de tres nenas y bueno, crie a mis hijas sola. También crie una nieta. Yo ahora estoy trabajando solamente los fines de semana, ya que empecé la universidad y no tengo el tiempo que tenía antes. Estudio Trabajo Social, aprobé los primeros dos cuatrimestres de la carrera”, expresó Meza en diálogo con TN.com.ar.

El 14 de agosto pasado, la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) organizó un evento denominado “Puta Fest Edición Jubiladas”. El objetivo fue recaudar fondos para entregar una jubilación simbólica a 20 trabajadoras sexuales de entre 50 y 70 años. “El impacto que tuvo la pandemia en todas las trabajadoras sexuales, no solamente en las de la tercera edad, fue precarizar más nuestro trabajo. Esto que hizo nuestro sindicato sirvió también para decirle al Estado que nosotras existimos, que tenemos derechos. Y los derechos pasan por una jubilación digna, por una obra social digna y por terminar nuestros días como cualquier otro trabajador”.

“Obvio que me puedo jubilar, ya tengo 30 años de aportes... Pero el aporte que hicimos nosotras fue a la Policía cuando nos comía. La Policía nos tendría que pagar a nosotras la jubilación. Ya que toda la plata, en estos tiempos, como en otros tiempos, muchas veces se la lleva la Policía”, agregó Meza.

En 2020, la mujer que actualmente vive y trabaja en Flores se vio imposibilitada de salir a calle por un esguince en su tobillo derecho. “Estuve un mes con una bota y no pude salir a laburar. La jubilación simbólica me ayudó a pagar gastos, ponerme al día y empezar de nuevo. Yo dignamente soy puta: me paro en una esquina y es mi estabilidad”.

Meza continuó: “Sigo atendiendo a mi primer cliente de los 30 años. Él no es un sujeto, es parte de mi vida”. Logró tener un restaurante en Flores, un maxikiosco en el mismo barrio y un negocio de telas que con la crisis de 2001 debió cerrar. A partir de aquel año, decidió volver a la esquina. “Soy enfermera también y trabajé muchos años en el Hospital Álvarez. Cuando empecé el trabajo sexual le tuve que contar la verdad a mi mamá porque traía a casa el equivalente a tres sueldos por semana”.


Fuente: TN

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