Perdimos a Ramona Orellano Bustamante; la cordobesa que defendió su tierra y le mostró los dientes a los empresarios agropecuarios que intentaron quedarse con su tierra ubicada en el norte de la provincia, en Las Maravillas.

Ramona era un símbolo de vida digna, de paz, de lucha, de derechos. No iba a dejar el único hogar que siempre conoció. Murió en el campo, debido a su edad avanzada.

 La jueza Emma Del Valle Mercado fue la primera en querer desalojar a la mujer, para entregarle las tierras a los empresarios agropecuarios de Oncativo Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza, que desde el año 2004 ambicionan las 150 hectáreas que Ramona poseía y a quienes poco les importó la vulneración de sus derechos.

 En el camino de lograr su cometido, derrumbaron su casa, la justicia quiso desalojarla tres veces. A pesar de muuuuchas agresiones, violencias, y nefastas presiones que de solo recordarlas indigna, esta campesina resistió con sus 95 años, hasta hoy.

Ramona Bustamante tenía 16 años cuando perdió a su madre, su padre se volvió a poner en pareja y tuvo hijos, que luego de la muerte del hombre se llevaron las escrituras para vender el inmueble a unas personas en Oncativo sin incluir a Ramona como legítima heredera del campo que trabajó y en el que vivió toda su vida.

La causa de Ramona podría llegar a tribunales internacionales. Pero la realidad, es que esta ciudadana, madre, campesina, trabajadora rural y persona con derecho a la paz, murió sin una respuesta del Estado, luego de décadas de litigios legales e intentos de desalojo.