La presidencia de Donald Trump deja una profunda marca en la historia de Estados Unidos con su mandato plagado de episodios controvertidos y que llega a su final con las denuncias infundadas de fraude electoral, el asalto al Capitolio y un segundo juicio político en su contra. 

Luego de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, Trump  no paró de denunciar incansablemente fraude, un discurso que fogoneó a sus seguidores y que tuvo su punto álgido con el asalto al Capitolio del 6 de enero. Sus exabruptos públicos y sus dilemas judiciales culminaron con unos turbulentos dos meses finales de su estadía en la Casa Blanca.

La estrategia de Donald Trump se pudo vislumbrar desde antes del día de las elecciones. El mandatario agitó los fantasmas de un supuesto fraude electoral, alegando manipulaciones en ese sistema para sumar votos a favor de Joe Biden. Acusaciones sin ningún sustento real.

Bajo esa consigna, su equipo legal presentó decenas de recursos judiciales que resultaron estériles por su falta de sustento. Ante esta situación, Trump apostó a una peligrosa alternativa: la de convocar a sus fieles más cercanos, muchos de ellos integrantes de grupos extremistas armados, a marchar al Capitolio para exigirles a los congresistas que no certificaran la victoria de Joe Biden en la sesión del 6 de enero.

La consecuencia fue el asalto al Capitolio, que dejó imágenes impactantes como manifestantes ingresando en despachos de congresistas, legisladores atrincherados por seguridad y disparos en el edificio más emblemático de la democracia estadounidense. El saldo fueron 5 muertos y más de 100 detenidos en los días posteriores, así como una profunda herida en un país que se jacta de su institucionalidad ante el mundo. 

Alejado del escenario político y suspendido de Twitter, su red social predilecta, los últimos días de Trump en la Casa Blanca han estado marcados por el silencio y el aislamiento, a medida que varios de sus aliados marcaron sus distancias. Fiel a su estilo, la polémica lo acompañó hasta su último día: se marchó de la residencia presidencial a Florida y no asistió a la asunción  de Joe Biden, ignorando la tradición democrática de la sucesión en el cargo.